Sweat Shop: La realidad de la industria textil recordada por un reality show

Sweat Shop: La realidad de la industria textil recordada por un reality show

Un mes de viaje al Sudeste Asiático y blogueros para documentar el interior de fábricas de ropa para retratar las extenuantes e inseguras condiciones laborales de la industria textil. ¿El resultado? Tres blogueros viviendo con lo mínimo para comer y uno de ellos denunciando a una cadena de retail internacional sobre las malas condiciones laborales de sus trabajadores.

Sweat Shop es el nombre de este reality show noruego, emitido en abril de 2014, que durante el mes de enero invitó a los blogueros Anniken Jørgensen, Frida Ottesen y Jens Ludvig Hambro Dysand, a vivir por 10 días en las mismas condiciones que los trabajadores de una fábrica textil en Camboya. En los extractos de capítulos que se pueden ver —ahora con subtítulos al español— en www.aftenposten.com.no, sitio oficial de la cadena del programa, los tres jóvenes deben comprar comida con lo mínimo y vivir en las casas de los trabajadores, durmiendo en el suelo y levantándose a las cinco y media de la mañana. Una vez en la fábrica, cada bloguero aprende a usar una máquina de coser y a ser un trabajador más de la cadena de producción dentro del taller. El proceso al principio parece fácil y divertido, ya que cuentan con la enseñanza de un supervisor que con paciencia les explica cómo usar las máquinas, pero tras horas y días de hacer el mismo trabajo, la situación cambia. Las horas trabajadas son extenuantes, los descansos muy breves –se trabajan 6 de los 7 días de la semana– y los sueldos no alcanzan para tener alimentación ni hogares dignos.


Al medio: Frida Ottesen y Anniken Jørgensen en Camboya. Abajo: Grupo de trabajadores dirigiéndose en moto a la fábrica.

Tal es el retrato de países que sirven como base de la manufactura textil de cadenas de producción de grandes empresas del rubro, que cuentan con talleres en Camboya, China, India y Bangladesh, donde la mano de obra es barata y las condiciones laborales de los trabajadores son inseguras e insalubres, tanto por los bajos sueldos, como por los lugares poco seguros –recordemos lo que pasó en Rana Plaza, donde el colapso de un edificio de ocho plantas acabó con la vida de más de 1000 trabajadores–, o por las exposiciones a sustancias químicas tóxicas a la hora de elaborar la confección de prendas.

¿Qué podemos hacer? y ¿cómo ayudamos a evitar esto? Es la pregunta que se hizo la bloguera Anniken Jorgensen, quien después de regresar de su viaje, inició una campaña en su blog escribiendo acerca de su experiencia en el Sudeste Asiático, con videos, imágenes y textos de lo que se mostró y no apareció en el reality show.

En el caso nuestro, de consumidores al otro lado del mundo, deberíamos ocupar estos ejemplos y experiencias para hacernos las mismas interrogantes, ya que si bien el cambio parte por exigir y fiscalizar las condiciones de seguridad y trabajo justas para los trabajadores, también va por parte del consumidor. ¿Dónde compro mi ropa y cuál es su política frente a problemáticas como la devastación ambiental, las condiciones de trabajo, la reutilización de desechos y la transparencia de sus procesos productivos? ¿Cómo hago para hacer durar más mi ropa y no tener que ir a comprar tan seguido? Y en el caso de los diseñadores y empresarios, ¿cómo creamos modelos de negocio basados en los servicios y no en el incremento del volumen de bienes o propiedades?


Gráfico: El ciclo de vida de una prenda de ropa de Elena Salcedo en “Moda Ética para un futuro sostenible” (2014).

El paradigma de la Moda Sostenible debiera ser parte de la solución a este problema, donde la confección de prendas ecológicas u orgánicas –Ecomoda– elabora prendas hechas a partir de métodos menos perjudiciales para el medio ambiente; y donde se toma en cuenta la salud de los trabajadores y las condiciones laborales de las personas en la industria de la moda, junto con crear conciencia en los tiempos con que se confeccionan estos productos y la calidad de los mismos para ofrecer prendas durables y no de “desecho”, como ahora se ha instaurado en el actual paradigma del Fast Fashion. Una tarea tanto para diseñadores, compradores, distribuidores y consumidores, que aún está pendiente.

¿Qué puedes hacer tú como consumidor?

De acuerdo al libro, “Moda Ética para un futuro sostenible” de Elena Salcedo (2014), y un poco de sentido de común, aquí algunas recomendaciones:

Elegir bien a la hora de comprar, pensando más allá del beneficio estético de una prenda y optando por la durabilidad y composición de materiales por los cuales está hecha.

Uso y mantenimiento. Lavar la ropa solo cuando efectivamente esté sucia y juntar un buen canasto para no desperdiciar agua a la hora de iniciar la lavadora. Mejor es si también usas detergentes biodegradables o con etiqueta ecológica, y si la ropa la dejas secar al aire libro y no en secadora.

Darle una segunda vida a la ropa. Si está desgastada o manchada, ingéniatelas para reciclarlas creando nuevas prendas, para convertirlas en utensilios de aseo o entregándoselas a alguien que sí pueda necesitarlas.

Aquí dejamos el primer capítulo con subtítulos en español:

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