Historia de la industria textil en Chile

Historia de la industria textil en Chile

La historia de la industria textil chilena tiene una data larga: sus inicios se remontan amediados del siglo XIX. En 1868 comenzó a funcionar la primera fábrica textil, bautizada como “Fábrica de Paños Bellavista-Tomé”, que producía 1200 metros diarios de colchas, franelas y mantas manufacturadas en base a lana. La expansión de la industria textil chilena se explica a partir de la implementación de incentivos tributarios y de crédito, medidas de protección, crecimiento del mercado interno e inmigración de técnicos y empresarios extranjeros. Estos últimos fueron clave en este desarrollo fabril. Conocidas son las historias de palestinos, quienes huyendo de la represión turco-otomana, llegaron a Chile en el siglo XX. Con el tiempo lograron establecer aquí una importante industria, la que logró dar trabajo a aproximadamente 160 mil empleados. En el caso de la familia Yarur, quienes primero se asentaron en Perú y Bolivia, varios de sus integrantes llegaron a nuestro país a crear y desarrollar fábricas, S.A. Yarur Manufacturas Chilenas de Algodón fue una de las más connotadas.

La familia Yarur fue pionera en esta industria: a mediados de la década de los 40, fundó la fábrica de hilados y tejidos de algodón más moderna de Sudamérica. No sólo se trató de una fábrica moderna en términos de infraestructura sino que también en lo social: su fundador, Juan Yarur Lolas (abuelo de Jorge Yarur Bascuñan, dueño y director del Museo de la Moda), se preocupó del bienestar de sus empleados y mandó a edificar un centro deportivo, una clínica y una sala cuna, entre otros aspectos.

Diez años después, en 1978, ya existían cerca de ocho fábricas textiles en nuestro país, entre ellas las fábricas de Paños El Salto, en Conchalí, y la de Tejidos de Algodón, en Valparaíso. Una de las primeras crisis que sufre el sector sucedió en 1930, debido a la disponibilidad de insumos importados a precios bajos. Posteriormente, debido a la depresión mundial de la tercera década del S. XX, comienza a establecerse un modelo de desarrollo basado en el crecimiento del mercado interno, la sustitución de importaciones y un rol estatal activo lo que genera que el rubro textil florezca. En 1965, la producción representó un 17,9 % de la actividad industrial total y el sector textil y de vestuario llegó a satisfacer el 97 % de las necesidades nacionales. Así fue como la década del 60 simboliza prácticamente los años dorados en la industria textil que se extiende, lamentablemente, hasta dos momentos: 1970 y 1973, época de expropiación de las industrias durante el régimen militar y la crisis económica de 1983.

La situación de nuestra industria textil hoy es desalentadora. A pesar de varias iniciativas para incentivar a ésta y el rubro del diseño en torno a ella, aunque se cree que nunca desaparecerá del todo, porque siempre se necesitará un mínimo de respuesta inmediata a las necesidades de un país: no todo será cien por ciento importado. Esperemos que así sea.

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