Historia de la Corbata: Trozos de historia en un trozo de genero

Historia de la Corbata: Trozos de historia en un trozo de genero

Tal vez no exista en el mundo una prenda tan masculina como lo es la corbata. De hecho, aún cuando ha habido intentos de que la mujer use corbata como prenda común en sus trajes, no se ha logrado imponer como tendencia más allá de los círculos de adictos a la moda.

La corbata tiene orígenes muy lejanos, algunos hablan de los egipcios, otros de los romanos, algunos dicen que los filósofos que se juntaban a parlotear en las plazas griegas tenían un pañuelito en el cuello para cuidar la voz. Pero la verdad es que son sólo hipótesis de historiadores de la moda y no se ha logrado enganchar estas teorías con todo el look de los griegos, sino como simples hechos aislados. Ahora, en lo que sí coinciden todos estos cerebritos es que los guerreros croatas llevaban un pañuelito al cuello, hechos con retazos de su bandera para llenarlos de energía y garra, como cual hincha hoy se pone la camiseta de la selección.

Ese pañuelito, llamado “focale” les trajo garra y triunfo a los hombres de Croacia que fueron hasta enviados como mercenarios a otras latitudes como Francia, cuando Luis XIV se los llevó para ayudarlos en sus luchas por territorios y ellos llegaron radiantes con sus pañolines al cuello. Luis XIV, el rey Sol, absolutista como era y muy preocupado por su vestimenta, toma este artículo y lo lleva a los aristócratas de la época, remplazando los incómodos cuellos de encaje que hasta ese entonces llevaban los pobres franceses. En honor a los guerreros, el nuevo artículo de moda y distinción se llamará “croatta”, que luego al pasar por el mundo derivará en “corvatta” o “corbata”, en un largo paso lingüístico que nos lleva hasta Italia y otras latitudes. Tan orgullosos están en Croacia por este elemento que el 18 de octubre de 2003 crearon la corbata más grande del mundo con 808 metros de largo y 25 de ancho.

Siguiendo con la historia de la corbata, en la mismísima Francia, pero ya pasaditos un par de años (1789) en los tiempos previos a la Revolución francesa, la monarquía y la aristocracia se pavoneaban con sus corbatas carísimas ostentando su poder. De la misma manera y ya anticipando el simbolismo de lo que se venía, la población manifestó su disgusto por la desigualdad en las calles (¿le suena conocido?) con corbatas negras a favor de la revolución y corbatas blancas entre quienes estaban contra la revolución. Las corbatas negras fueron más y pudo vencer un día la libertad, la igualdad y la fraternidad, o al menos así lo dicen los libros de historia y ésa era la idea.

Los aristócratas de esta época y los intelectuales que dieron sustento político a esta revolución como Voltaire o Rousseau, lucían hermosos corbatines al cuello, imagen que se fue transmitiendo cada vez con mayor fuerza a las colonias americanas y a Inglaterra, donde el look taquillero del momento era esa corbata-pañuelo al cuello, lo que se tradujo en que todo el mundo comenzará a distinguirse con este artículo corporal. Pero a medida que pasó el tiempo la moda se vulgarizó, la corbata la llevaban los sirvientes, el pueblo, y entonces los aristócratas la dejaron de usar, poco a poco, para distinguirse de los pobres. No fue hasta el siglo XIX cuando vuelve a aparecer la corbata con la aparición del “Dandy”, no del dandy chileno, sino de ese hombre que vive en el lujo, la aventura y el viaje; el playboy de esos días y que toma la corbata-pañuelo de seda como símbolo de status, ya que por el precio, la gente del pueblo no podía comprar.

La corbata toma forma como la conocemos actualmente y se aleja del pañuelo al cuello en 1880, cuando alumnos de la Universidad de Oxford se ataban las cintas de los sombreros, alrededor del cuello. Así nace la primera corbata, que de ahí en adelante se utilizará para distinguir a los alumnos según su Universidad o Escuela privada. En un principio era recta, pero en 1924 Jesse Langsdorf le dio un ángulo de 45º al final para desperdiciar menos tela. Ahora, las malas lenguas dicen que no se le ocurrió a él, sino que a unos chiquillos bien traviesos que se dieron cuenta que si le cortaban la punta en ese ángulo se asemejaría a su pene y era como la talla del momento, por lo que cuando los psicoanalistas analizan la corbata como símbolo fálico, parece que era literal en su propio origen y es divertido pensar que en su foto más famosa Freud no la llevara puesta y la reemplazara por un corbatín. ¿Habrá que interpretar tal simbolismo o fue pura casualidad?

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