RVLC 2: Auge y Caída de los Textiles en Chile – Segunda Parte

RVLC 2: Auge y Caída de los Textiles en Chile – Segunda Parte

En la primera parte de este artículo que publicamos en la segunda edición de Reviste la Calle abordamos el tema de la industria textilera nacional y cómo esta comenzó a decaer. Sigue leyendo lo que te dejamos a continuación para ver qué pasó luego de que las primeras importaciones de telas llegaran a Chile.  

Inmigrantes y los textiles

“La fabricación de una camisa en Chile cuesta $1.200, mientras que importarla desde China cuesta sólo $500”, señala Patricia Coñoman, Presidenta de la Confederación de Trabajadores Textiles. Con datos como éstos, es difícil no imaginarnos las razones de la debacle textil, mientras recordamos algunos de sus protagonistas. Durante las décadas del 50 y 60, tres familias de ascendencia palestina se convirtieron en los dueños de industrias textiles importantes: los Hirmas, los Sumar y los Yarur. El 80% de la producción nacional de algodón estaba en manos de estos tres apellidos, que consiguieron consagrarse en base a fábricas textiles de larga tradición.

Jorge Hirmas Alabi estuvo a cargo de Algodones Hirmas S.A., empresa que contó con más de 300 trabajadores, pero que vio su fin cuando la fábrica fue expropiada en 1971. En 1937, Juan Yarur Lolas funda la Fábrica Textil Caupolicán de Chiguayante S.A., la que el año 1980 se fusiona con Panal y Yarur Santiago, naciendo Machasa. Se convirtió en una de las fábricas más modernas de Latinoamérica, donde su creador se preocupaba además del bienestar de sus trabajadores. Sin embargo, fue adquirida con el tiempo por la empresa española Textil Tavez, la que cerró sus puertas en Chiguayante el año 2010.

En Valparaíso se empina otra historia de inmigrantes dedicados al textil. En los años 50 se establece en la ciudad la empresa Depósito de Telas Yarur, creada por Galeb Hales, originario de Mádaba. Esta empresa forma parte de la rica historia porteña y aun se levanta con una sala de ventas ubicada en la antigua calle Victoria y también en su casa matriz de Calle Quillota. Pero la historia más antigua se erige en 1907, cuando Giuseppe Canziani llega de Italia con su familia a instalar una sedería. Durante los años 60 se convirtieron en la principal fuente de telas para grandes tiendas como Almacenes París, Los Gobelinos y Casa García. Y esta singular historia de éxito sobresale como una de las pocas que se mantuvo a pesar de toda la crisis sufrida por la industria, acomodando sus fábricas en Santiago y exportando diversas telas a Europa y América.

El capítulo final

Un pequeño trozo de esperanza frente al cierre de múltiples industrias textiles se produjo el año 2010, cuando Bellavista Oveja Tomé fue adquirida por el Grupo Sabat; casi como una leyenda, los pioneros de la industria lanera y además uno de los nombres más prestigiosos de los textiles chilenos, podrían remontar su época de oro gracias a la revalorización de las materias primas en la industria de la moda nacional, que ha visto crecer su demanda y su fama a través de diversas iniciativas. La organización Pro Chile, desfiles de modas que reúnen nombres nacionales y exportaciones concretas han mantenido el auge por el producto nacional en diversas oportunidades, sobre todo en ferias latinoamericanas organizadas en Colombia y México, donde participan Textiles Pollak, Zarzar y Cía. Ltda., Hitega S.A. y Textil Cassis S.A., los últimos bastiones de la industria.

El Comité Nacional de Conservación Textil se erige como una entidad única dedicada a la investigación y apoyo de la industria, a través de cursos de perfeccionamiento y becas para proyectos. Además investiga y recopila parte de las informaciones sobre la industria textil y sus inicios a través de investigaciones arqueológicas, la que culminó con el “Catastro del Patrimonio Textil Chileno” que grafica lo mostrado a través de museos nacionales. Y aunque la agonía de los textiles en Chile haya tocado fondo, el integrante de la Asociación Gremial de Químicos Coloristas y Textiles de Chile, Manuel Pacheco, señala que “nunca desaparecerá del todo porque siempre se necesitará un mínimo de respuesta inmediata a las necesidades de un país. No todo será cien por ciento importado”. A ello se suma que las iniciativas personales de diseñadores que trabajan el fieltro y buscan aplicar la eco moda en base a telas encontradas de los años 60, fomentan la esperanza en este reencuentro con la calidad chilena textil, que alguna vez fue un integrante más en todas las familias del país.

Comentarios

También te puede interesar